¿Qué es una relación sana para ti?. Reflexiona e incluso escríbelo antes de continuar con este post.
Hablar de relaciones “sanas” puede dar la impresión que hablamos de relaciones perfectas. Y nada más allá. Toda relación tiene sus imperfecciones porque partimos de la base que ninguna persona es perfecta y que ninguna persona es igual a otra.
Las relaciones sanas, son aquellas en las que no hay un abuso, un control, faltas de respeto, insultos, etc.
¿Qué mueven en ti esas relaciones y qué forma de vida genera?
Yes que a lo largo de la vida vamos tomando consciencia de las relaciones que nos ayudan o nos enferman, las llamadas relaciones tóxicas. Generalmente vamos teniendo relaciones con las que nuestro sistema de creencias y nuestra zona de confort no se ve alterada, al no ser que estemos en un momento de cambio y entonces, vamos a sentirnos motivados y encantados de tener nuevas relaciones en nuestra vida.
Todos pasamos por distintas etapas de la vida y nuestras relaciones también van cambiando conforme nosotros cambiamos, aunque esto no quiere decir que el tipo de relaciones cambie. Esto se debe a que nuestra forma de movernos mental, emocional y física tiene mucho que ver en ese tipo de relaciones y en si estas son sanas o no. Hay personas que a pesar de moverse con un tipo de personas que le generan relaciones no sanas las mantienen toda la vida e incluso cambian de unas personas a otras manteniendo la misma forma, el mismo tipo de relación. La cuestión es que nos hace que esto ocurra. La respuesta es que nos hemos anclado en una forma de relacionarnos que nos da seguridad, seguramente sentimos incluso el reconocimiento o creemos que es la única de recibir afectividad o amor aunqueno siempre estamos en lo cierto.
Dependiendo de la etapa de nuestra vida este tipo de relaciones van a ser más o menos determinantes para nosotros.
Las etapas de nuestra vida y la influencia en nuestras relaciones.
En la infancia, sin duda son los padres y el sistema de relaciones que se establecen en la familia del que vamos a aprender y con el que vamos a fortalecer nuestra forma de relacionarnos, según las necesidades que se prioricen en ese momento: amor, protección, seguridad, reconocimiento, supervivencia…
En la adolescencia, con una forma de relacionarnos concreta aprendida durante la infancia, el grupo de iguales va a empezar a coger un protagonismo importante. Buscamos nuevos modelos de relaciones para cubrir otras necesidades, entre ellas y la más importante, la aceptación.
En la etapa adulta las relaciones cubren necesidades de la persona en si misma que van más con sus aspiraciones en la vida, gustos e intereses.
Lo curioso de todo ello es que las forma en que aprendemos, positiva o negativamente, a relacionarnos en la infancia va a determinar en gran medida como nos relacionaremos en las siguientes etapas sino le ponemos consciencia de cambio. Las circunstancias, las situaciones, las personas y las consecuencias en esas relaciones nos van a guiar en cómo actuar en otras situaciones y, muy importante, cómo nos veamos a nosotros mismos en relación a los demás, la autoimagen social.
Cómo identificar la calidad de nuestras relaciones.
Para saber si las relaciones son sanas o no para nosotros, es clave tener en cuenta en cuánto y cómo ha afectado a nuestra propia identidad, el ser, amor propio y reconocimiento de uno mismo en positivo. Si las relaciones nos impiden avanzar en esta dirección y nos refuerzan aspectos de nosotros que nos alejan de estos aspectos, no son sanas. Cualquier manipulación y falta de respeto hacia nuestra persona será una relación no sana.
El ser humano evolucionamos del nosotros al ser para luego volver al nosotros pero ahora con una clara identidad de sí mismo. Todas las relaciones que ayuden a diferenciarse a la persona con respeto y le permita tener su lugar serán sanas porque le ayudarán en su desarrollo personal.
No hay que olvidar que el ser humano es un ser social, la búsqueda de relaciones está presente durante toda la vida porque es parte de nuestro desarrollo y de nuestra evolución, somos en relación a los demás y desde que nacemos la mirada del otro, la madre, es de vital importancia.
No sentirnos solos y sentirnos aceptados es una de las necesidades más comunes del ser humano, el ser en relación a uno mismo y a los demás.
Por eso demos valor a lo que somos para tener relaciones de valor, ayudemos a los niños a que se valoren para tener relaciones de valor y serán adultos con un alto valor humano y social.